sábado, 20 de agosto de 2011

Mezquita (y III).

Tras la separación del grupo, Randy y Rafa, acompañados por una caja de ritmos, continuaron juntos un año más con el nombre de Tenis. Después, cada uno tomó un camino distinto.

José Rafa formó José Rafa y los Culpables, adoptó, por otro lado, el seudónimo de Adán García (¿homenaje al tema de Rubén Blades?) grabando para Virgin dos discos, y después creó una orquesta de baile en compañía de Abraham, su hijo y también guitarrista.

En cuanto a Randy, compartió durante un tiempo el éxito de la otra gran banda cordobesa del momento: Medina Azahara.

Tras la disolución de Tenis, sus planes pasaban por marcharse a San Sebastián, pero recibió la llamada de Medina y, diez días después, ya les acompañaba en una actuación en Soria.

Durante los siguientes nueve años el grupo se benefició de las aportaciones del nuevo bajista, quien compuso algunos de sus temas más conocidos: Otoño, Navajas de Cartón, El Soldado o Velocidad, creado inicialmente como sintonía para un rally disputado en Córdoba y que posteriormente cedió a la banda.

También militó en Paseando por la Mezquita, grupo que basaba su repertorio en versiones de Medina Azahara y Mezquita y que formaban el guitarrista Miguel Galán (ex-Medina Azahara), el cantante Miguel Escudero (que formó parte anteriormente de los también cordobeses Demonios en el Jardín, además de hacer coros a Manuel Martínez, de Medina, y pasar por otros grupos hasta que, a finales de 2008, se convirtió en parte del nuevo proyecto de Jero Ramiro: Santelmo), Paco Roscka a las teclas y José Antonio Molina a la batería (también antiguo miembro de Medina). Llegaron a grabar un single promocional en 1998 con dos clásicos de Medina Azahara, Navajas de Cartón y Paseando por la Mezquita.

Dedicó otra temporada a acompañar a la Orquesta Mermelada en sus actuaciones por España, donde volvió a coincidir con Paco Roscka.

El siguiente reto al que se enfrentó fue participar en la creación, junto a Miguel Galán, de la parte musical del espectáculo Wallada, el Sueño de un Poeta Cordobés, que gira en torno a la figura de Wallada bint al-Mustakfi, poetisa cordobesa hija de un califa y una esclava cristiana y que vivió entre finales del siglo X y principios del XI. Ku'rrtuba, banda formada para el musical y donde también militaban Randy y Galán, se encargó de la interpretación en directo.

Tras esta experiencia, nos situamos ya en 2008, Randy volvió a la formación típica de grupo de rock fundando, también con Miguel Galán, El Origen, banda de rock sinfónico andaluz.

Les acompañaron en el proyecto Tete Navas con las teclas y Javier Consuegra (Javi "Nervios") a la batería. Éste último ya había tenido relación con miembros de Mezquita, pues formó parte de Ku'rrtuba y, años atrás, acompañó a José Rafa en sus etapas de Adán García y José Rafa y los Culpables.

Reportero de Antena 3 TV, realizador de documentales o trabajos relacionados con la música pero fuera del escenario (compositor, técnico de sonido...), han sido otras de las actividades del inquieto y polifacético Randy López.

De Paco López y Rafael Zorrila hay poco que contar, el primero continuó con la Orquesta Mermelada y ha sido imposible encontrar alguna referencia más. Por su parte, El Pelucas tomó un camino equivocado y poco aconsejable, aunque muy transitado en las últimas décadas del siglo pasado. Y finalmente en 2002 se marchó a deleitar con el ritmo de sus tambores al mismísimo Satán (ya sabemos que los roqueros van al infierno).

Pero la historia de Mezquita no ha terminado.

Esporádicamente han vuelto a reunirse para ofrecer actuaciones. Incluso en 1995 estuvieron de gira y grabaron además 12 nuevos temas que, según cuenta Randy López, se acercaban al estilo de su primer disco. Sólo uno de sus miembros, por razones obvias, no volvió junto a ellos. Zorrilla fue sustituido por Eduardo Viñolo, experimentado batería que ha acompañado a músicos de diferentes estilos (blues, independientes, cantautores...) y que había tocado puntualmente con Mezquita en anteriores ocasiones, incluso en la época de Expresión.

Y, por fin, en 2009, 30 años después de su nacimiento, parece que Mezquita volvió para quedarse, o al menos eso parece en el momento de escribir, según esta entrevista.

El cuarteto se presentó el 27 de mayo de 2009 en su Córdoba natal y, desde ese momento, ha seguido actuando en directo.

También en 2009 participó en el festival que se celebra anualmente en el Lago de Bornos, Cádiz, y donde ya había ofrecido actuaciones en las dos primeras ediciones, en 1980 y 1981.

Al año siguiente formó parte del cartel, junto a Asfalto, Bloque y Obús, de las VIII Jornadas al Mérito Rockero, evento organizado por La Abuela Rock, asociación cultural afincada en Montilla (Córdoba), ciudad donde la música se vive de una manera especial.

La finalidad de estas jornadas es dedicar unos días al rock a través de conferencias, conciertos y un invitado central a quien se premia por su actividad musical. La protagonista de estas VIII Jornadas fue nada menos que la mítica Chapa Discos, representada por el tantas veces citado en este blog Vicente Mariscal Romero.

Esta actuación en las Jornadas, junto a la de Bornos, han hecho posible, por fin, algo largo tiempo esperado, el tercer disco de Mezquita, 30º Aniversario. Un compendio de temas en directo de ambos conciertos con sus trabajos de siempre más otros dos nuevos en estudio. Escuchando la grabación nadie pensaría que han pasado treinta años desde Recuerdos de mi Tierra, y, como prueba, vamos a comparar la original Resaca del Amanecer con la versión en directo, fundidas ambas en este experimento.

La portada recuerda sospechosamente a otro directo mítico, y en la parte de atrás del CD descubrimos que no es concidencia. Se trata de un homenaje al disco que, según el grupo, "les indicó el camino".

Más actuaciones, en Adamuz, de nuevo en Montilla, en esta ocasión en un acto benéfico a favor de los niños angoleños...

Recomiendo un paseo por Youtube. Con la combinación adecuada en las búsquedas podemos disfrutar de pinceladas de los últimos directos de Mezquita. Aunque la calidad no sea la principal característica de las grabaciones, vale la pena ver los vídeos de una leyenda que vuelve a la vida.

Y esto es todo de momento. Pero parece que esta entrada necesitará futuras revisiones porque, en esta ocasión, el grupo que hemos conocido sigue vivo.

Enlaces

http://www.myspace.com/mezquitarockandaluz
http://www.elorigen.es.tl/
http://www.wallada.es/
http://www.dlsi.ua.es/~inesta/LCDM/Entrevistas/randylopez_dic04.html
http://lafonoteca.net/grupos/mezquita
http://lafonoteca.net/grupos/mezquita/discos


jueves, 18 de agosto de 2011

Mezquita (II).

Desaparece Expresión y entra en escena Mezquita. Ha nacido el grupo que pasará a la historia, y Vicente Mariscal Romero con su nuevo sello Chapa Discos estará ahí para dejar constancia en plástico.

Él mismo nos cuenta, en Diez Años del Sonido Chapa, cómo tenía la intención de incluir en el catálogo de la compañía grabaciones de rock andaluz, pero procurando que prevaleciera lo primero sobre lo segundo, y Mezquita encajaba en ese proyecto. Smash o Triana habían abierto un camino electrificando la música andaluza y añadiéndole tintes progresivos, de jazz... pero grupos como Mezquita, basados en el progresivo, el sinfónico o el rock en su más extensa acepción, hicieron lo contrario, sazonar su estilo con especias sonoras autóctonas.

El 24 de septiembre de 1979 y después de una temporada de trabajo en los estudios Audiofilm de Madrid, apareció el primer disco grande: Recuerdos de mi Tierra. En lafonoteca.net se nos ofrece una interesante crítica del mismo.

Para la preparación y lanzamiento de la obra, la discográfica hizo un espectacular despliegue de todos sus escasos medios para enriquecer el sonido del disco con violines y violoncellos y vestirlo con una portada diseñada por un ilustrador de nivel.

Según vemos en la contraportada, Santiago Crespo, José Azpiri y Juan Ferrera acompañaron con sus violines a la banda, y lo mismo hizo Manuel López con el Chelo. Por su parte, Rafa "Huevo", Jimy y José Juan Almela (que ejercía en Zafiro -madre de Chapa- como adjunto a la dirección artística) compusieron arreglos de violín para el tema Desde que Somos Dos.

El ingeniero Antonio Morales se encargó de que todo sonara lo mejor posible bajo la dirección de Vicente Romero, que ejerció como productor. Y, para la carpeta del LP, se eligió a Máximo Moreno Hurtado, fotógrafo y pintor, hermano de Benito Moreno (también pintor además de cantautor) y de Josele (José Moreno), el conocido humorista que formó parte del grupo Los Payos, donde coincidió con Eduardo Rodríguez, que militaba a la vez en Triana. Y precisamente El Patio, la primera emblemática obra de estos últimos y de la que hablamos al principio del texto, también cuenta con el arte de Máximo Moreno en su carpeta... el mundo es un pañuelo.

La autoría de los temas figura como Rojas-Rosó, segundos apellidos de Randy y José Rafa respectivamente, aunque el mismo Randy López, de nuevo en Los Hijos del Rock, reconoce que el grupo al completo daba la forma final a las composiciones.

Las críticas a este trabajo son todas positivas y se considera como una de las grandes obras de la progresía en España. Aunque Mezquita hubiera desaparecido tras la grabación, el grupo ya habría escrito una página imborrable en la historia musical.

Fuera de nuestro país, en sitios como Japón y Estados Unidos, también se tiene en muy alta estima Recuerdos de mi Tierra; como prueba, los precios desorbitados del disco en el entorno de los coleccionistas.

La aparición de este LP vino acompañada del habitual en aquella época single de dos temas. Salió a la venta el mismo día que su hermano mayor y no contenía material nuevo, Desde que Somos Dos como cara A y Ara Buza como B. También replicaba en menor tamaño la portada del disco grande.

Siete meses después, el 21 de abril de 1980, se publicó un nuevo 45. Y (opinión particular), si queremos explicar a un extraterrestre por qué Mezquita fueron grandes, bastaría con hacerle escuchar este disco. Palabras textuales del Mariscal Romero en su Historia de una Etiqueta: "...una linda descarga de poesía andaluza para el tema A. En la otra cara rock urbano andaluz...". Recuerdos de mi Tierra es esa cara A y El Bizco de los Patios la B. Recordemos que se trata de un personaje real que pululaba por la zona de ensayo del grupo, y Randy, en Los Hijos del Rock, lo describe como el hermano de un músico amigo que "lo mismo te robaba el reloj que te regalaba veinte mil duros".

En 2007 el disco se reeditó en forma de CD gracias al trabajo de la valenciana Picar, S. L. La portada original (aunque con menos calidad, ya que parece tratarse de una digitalización y reimpresión de la del LP) envuelve un disco con excelente sonido. Sólo el poco cuidado puesto en la impresión del mismo CD hace desmerecer un poco este relanzamiento, como podéis comprobar en la imagen adjunta.

Seguimos. Habían empezado los años 80 del siglo XX. Nefasta década para la música más, digamos, marginal, que intentaba con mucho esfuerzo mantenerse firme mientras era aplastada por capas de laca, tinte para el pelo, soniquetes sintetizados y escasos conocimientos musicales.

Una anécdota al respecto. Pedro Gené, líder de Lone Star contaba en una ocasión cómo asistió, por curiosidad, a un concierto de un grupo que no citaremos, pero que fue uno de los abanderados de la llamada "movida madrileña" y de la nueva ola, y cuyos miembros todavía a día de hoy siguen encima del escenario. Según comenta, esta conocida banda ofreció el concierto completo con las guitarras desafinadas. Lo dejaremos ahí.

La idea es que la década de los 80 supuso una revolución (si se puede llamar así) en el arte (si también se puede llamar así) en general. Centrándonos en el apartado musical, el auge de la electrónica trajo consigo nuevas posibilidades en imagen y sonido que los músicos de verdad intentaron con mejor o peor fortuna integrar en sus creaciones, mientras que los aprendices, aspirantes o remedos de músicos tomaron como base de su obra y sustituto de los conocimientos musicales.

Los ritmos simples y pegadizos, los excesivos maquillajes, peinados y vestimentas, las letras vacías, etc. eran fácilmente vendibles, y las discográficas comenzaron a potenciar lo que más dinero daba, al fin y al cabo son empresas.

Aunque no sólo de música de plástico vivía el hombre en esa época. Por supuesto que los artistas de siempre seguían en la brecha, pero influidos en parte por el boom tecnológico que se estaba viviendo y en parte por la evolución natural y las nuevas modas. Por poner un ejemplo, lo que en los 70 era rock progresivo duro, de piezas largas y sonido fuerte con guitarras distorsionadas y baterías contundentes (el estilo de Deep Purple o Led Zeppelin), fue derivando hacia el heavy metal, donde se sacrificaron las composiciones complicadas en aras de temas más fácilmente digeribles, de menor duración y potenciando aún más la distorsión y la contundencia (aspectos que, por cierto, se perdían entre reverberaciones y efectos de sonido a los que eran tan aficionados los productores por aquel entonces, que también se dejaron deslumbrar por la nueva tecnología).

Todo esto viene a cuento para entender lo que podríamos llamar el principio del fin de Mezquita a partir de su segundo disco grande, situación que vivieron muchos grupos con diez o quince años de existencia en ese periodo.

Y no es que su segundo disco les llevara al olvido, sino que, por esos días, muchos músicos y grupos que habían iniciado años atrás su andadura por el camino del rock comenzaron a ver más espaldas que caras en las discográficas. Unos consiguieron superar el bache y otros, sin abandonar el mundo de la música, buscaron actividades más lucrativas. Lucrativas para comer todos los días, no para hacerse ricos.

Y, con este panorama a la vista, el 4 de mayo de 1981, según se refleja en Historia de una Etiqueta, Mezquita publica lo que fue hasta su separación el último LP: Califas del Rock.

Vicente Romero relata en su obra que, una vez terminada la producción del Larga Vida al Rock 'n' Roll de Barón Rojo, se inició la grabación del disco de Mezquita en los estudios Scorpio, propiedad de Luis Cobos, quien colaboró con ellos incluyendo su saxo en Así Soy Yo y Resaca del Amanecer además de ayudar también con los teclados.

El disco mantiene la calidad del primer trabajo, pero no así el estilo de los temas, que deviene en más convencional y "vendible" de acuerdo a los nuevos cánones, pero manteniendo viva la característica mezcla de rock fuerte y matices arábigo-andaluces. Ese giro y la falta de promoción, más volcada en materiales "de moda", hicieron que este segundo trabajo no alcanzara la difusión del primero.

Por otro lado, Recuerdos de mi Tierra era un listón muy difícil de rebasar, además de que el mismo Randy López reconoce que el grupo se equivocó en el enfoque de la nueva obra.

No puedo evitar aquí volver a introducir una opinión personal para defender Califas del Rock. Los tiempos cambian, y dos años entre finales de los 70 y principios de los 80 suponían mucho tiempo.

Por todo lo visto en estos últimos párrafos, un segundo disco en la línea del primero posiblemente tampoco habría tenido una aceptación masiva al estar su estilo incluso más lejos de las "preferencias musicales" (así, entre comillas) del consumidor medio, que no se decanta por una corriente en particular, sino por lo que suena en la radio y puede tararear.

Una vida más larga y un tercer álbum, del que se llegó a grabar una maqueta ahora perdida, probablemente habrían dejado las cosas claras, pero las modas, y por tanto los intereses de las discográficas, habían cambiado. Como antes hemos visto, por un lado, las ventas de rock estaban copadas por el heavy de grupos como Obús o Barón Rojo y, por otro, la "modernidad", se convirtió en lo más apreciado por las casas de discos. Dinero fácil. Randy López nos comenta, en Los Hijos del Rock que "fue en aquella época cuando llegaron los modernos a Madrid y se cargaron todo lo que con mucho trabajo habíamos conseguido los rockeros".

De todas formas, y sigue siendo opinión personal, los dos discos de Mezquita dan una idea de lo amplio de sus ideas y capacidad musicales. Para mí, Califas del Rock no traiciona las propuestas iniciadas con Recuerdos de mi Tierra, sólo las amplía.

Randy López, de nuevo en la entrevista de La Caja de Música, reconoce que esa adaptación o evolución que les hizo ensayar en Califas un estilo más actual, les habría llevado, con el tiempo, a añadir a su base inamovible andaluza sonidos house o chill (tengamos en cuenta que la entrevista data de 2004).

Pero ni soy músico ni entiendo de música, y algunas críticas feroces me dejan sin argumentos para rebatir, por tanto, dejaremos el debate en suspenso y continuaremos con este segundo disco, del que tampoco faltaron los consabidos singles. El 4 de mayo de 1981 apareció el primero con Así soy Yo y Mente de mi Subconsciente. La imagen de la portada, la misma del LP. El segundo vio la luz el 9 de noviembre de 1981 y se componía de Resaca del amanecer y, nuevamente, Así soy Yo. La foto que aparecía en la carpeta interior del disco grande pasó al exterior en su hermano menor.

No hubo más temas nuevos publicados, pero las famosas recopilaciones periódicas de Chapa también contaron con música de Mezquita. Concretamente el volumen III de Rockopilación contenía Recuerdos de mi Tierra, Dos Años del Sonido Chapa, Desde que somos dos y, en Historia de una Etiqueta, figuraba Cara y Cruz.

Poco después de ese segundo disco, y tras quince años de trabajo en conjunto, los cuatro músicos deciden dejarlo temporalmente para explorar nuevos caminos (palabras de Randy López).

Mezquita (I). Expresión

De entre las cosas de que podría presumir este país hay algunas más que discutibles, otras opinables y, por supuesto, no pocas, absolutamente incuestionables (como el ser cuna de inventores que hicieron fortuna poniendo un palito a algo –chupa-chups, fregona, futbolín-). Pero hay una de éstas últimas que suele olvidarse con sorprendente facilidad: el haber dado origen a un estilo propio de rock, autóctono, de aquí, pero con una gran versatilidad y fecundidad musical. Alguien (ahora veremos quién) lo llamó “rock andaluz”.

Los años han venido a demostrar que el rock andaluz no fue una moda pasajera o una tendencia con fecha de caducidad. La evolución musical le ha ido haciendo perder protagonismo, a pesar de lo cual, grupos actuales como Medina Azahara, Taifa o Arábiga (más los músicos que iniciaron todo y siguen al pie del cañón, claro) lo mantienen, no solo vivo, sino con un excelente estado de salud. Indudablemente, lo que hoy se hace no es lo que se hacía en sus orígenes; el cambio es inevitable y, hasta en algunos aspectos, necesario para la supervivencia. Pero eso no quiere decir que el actual rock andaluz carezca de interés; como tampoco que la obra elaborada durante el periodo de esplendor del movimiento haya perdido validez, gracias principalmente a la creatividad y enorme calidad de los músicos que la produjeron.

Cuando en su momento nos asomamos a la historia de los cántabros Bloque conocimos a Gonzalo García-Pelayo. Aunque en ese momento sólo se mencionó de pasada, fue un pilar básico para el nacimiento del estilo musical que nos ocupa. Primero con su local Don Gonzalo, centro de reunión de la progresía de la época, y clausurado en 1968 por la autoridad (in)competente de aquella España de entonces; después a través de su sello Gong (1974), con el que grabaron, además de artistas que nada tenían que ver con la música andaluza, Granada, Gualberto, Tílburi, Lole y Manuel, María Jiménez y, desde luego, los geniales Triana.

Gong, en colaboración con Moviplay, publicó en 1975 el primer LP de este grupo, El Patio, con una original (que no nueva, como ahora veremos) propuesta musical, cuyo éxito empujó a otras grandes multinacionales discográficas afincadas en España a dar a conocer el trabajo de más artistas seguidores de esa misma línea. Así, CBS difundió el trabajo de Imán Califato Independiente y Medina Azahara, Epic el de Alameda, y EMI, por poner otro ejemplo, el de Guadalquivir.

Pero este estilo no surgió de repente. Como cuenta el guitarrista Manglis (Gong, Guadalquivir) en Los Hijos del Rock, de Salvador Domínguez, todo empezó en lo que hoy conocemos como comunidad andaluza, y especialmente en Sevilla, a mediados de los años sesenta, cuando cines como el Andalucía o el Goya y el teatro San Fernando, los domingos por la mañana se convertían en escaparate de grupos de música moderna de la zona: Nuevos Tiempos, Gong, Los X-5, Los Bríos...

Al mismo tiempo, dos puertas (nos dice el propio Domínguez en su obra) se abrieron en el sur español para dar paso al rock, una, la de American Forces Radio, emisora de las fuerzas aéreas norteamericanas de las bases de Morón (Sevilla) y Rota (Cádiz); otra, la de la colonia de Santa Clara en Sevilla, lugar de residencia de esos mismos militares. Y ese interés por la música moderna, unido a la influencia de Hendrix, Doors o Zappa (sigue contando Manglis) marcó un rumbo para muchos músicos andaluces que, como gran parte de los artistas jóvenes de la época, vivían de tocar en orquestas animando fiestas, lo que no era su objetivo a largo plazo.

El tercer elemento que engendró la revolución fue el nacimiento o más bien exteriorización del sentimiento nacionalista tanto tiempo reprimido por la dictadura española.

La combinación de todas estas circunstancias propició la génesis de Smash, clarividentes músicos que, según García-Pelayo, llegaron a la acertada conclusión de que se podía dar un aire andaluz, flamenco, gitano, a esa otra música venida de fuera.

De esta forma, y rizando un poco el rizo, podemos decir que en Andalucía se cierra un círculo donde el rock, evolución de la música que los esclavos africanos llevaron consigo al otro lado del Atlántico, se fusiona con estilos propios del sur español, de origen incierto pero con claras influencias norteafricanas.

Y ¿qué es un estilo musical sin nombre? Para remediarlo, el mismo García-Pelayo bautizó a este invento "typical spanish" con la acertada denominación que ya conocemos: "rock andaluz".

Antes hablábamos de la calidad y creatividad de los músicos que impulsaron el movimiento. Y es que esa proliferación de creadores sería suficiente para mantener un blog durante años o escribir un libro de los gordos sólo dedicado al rock (no todo de corte andaluz) producido en Andalucía. Así que, de momento, nos quedaremos con los cordobeses Mezquita.

En 1979, José Rafa García a la guitarra y voz, Fernando "Randy" López también cantando y tocando el bajo, Paco López ("Roscka") a los teclados y Rafael Zorrilla, "El Pelucas", en la batería, iniciaron su andadura como Mezquita. Aunque, su verdadero comienzo como grupo, sin Paco López, podemos datarlo en 1969, año de la primera actuación de los otros tres músicos (bajo el nombre de Expresión y con unas tendencias musicales alejadas de lo arábigo), en el club Cañero de Córdoba, lugar de reunión de los amantes del rock progresivo de la zona. Previamente, y en ese mismo año, ya se habían presentado en sociedad ofreciendo un concierto en la caseta del Parque Figueroa de la Feria de Córdoba, como podemos leer en esta minibiografía, donde también se nos cuenta cómo, en el concierto en Cañero, se autopropuso a la banda el miembro que faltaba, Paco Roscka.

El cuartel general de Expresión/Mezquita era un local situado en Los Patios de San Francisco, emblemático y florido rincón de Córdoba cerca de la Mezquita por el que pasaban todo tipo de personajes, que sirvieron incluso de inspiración al grupo, como en el caso de El Bizco de los Patios.

Expresión publicó un único single, con Marrakech y La Luz del Fin del Mundo, en 1974 a través de Musimar, obra, a día de hoy, casi inencontrable y con precios prohibitivos.

La Luz del Fin del Mundo apareció, posteriormente, en el primer volumen de Andergraun Vibrations, recopilación de música sicodélica española de la década de los 70 del siglo XX hecha por Hundergrum Records. Aquel single no era mucho, y tan sólo servía de botón de muestra de una de las vertientes musicales del grupo, pero menos daba una piedra.

Afortunadamente, esos dos temas más otros once registrados en el local de ensayo entre 1972 y 1977 han sido publicados recientemente en CD bajo el título de El Eslabón Omeya, encomiable trabajo que debemos agradecer a la asociación cultural Arabiand Rock de Jerez de la Frontera (Cádiz), fundada con el propósito de recuperar todo lo relacionado con el rock andaluz.

Con buen sonido, a pesar de los precarios medios de grabación, y tan sólo un par de mínimos defectos de audio apenas apreciables, los trece temas que componen el disco son suficientes para definir a Expresión como indefinible. Se mueven con la misma soltura en el terreno progresivo, en el del rock estridente, el blues y hasta en el de los cantautores.

Resulta interesante encontrar en sus composiciones ciertas reminiscencias de Bloque, Asfalto y otros grupos que, curiosamente, son posteriores o, cuanto menos, contemporáneos, lo que les convierte en pioneros del estilo urbano que tanto proliferó durante los años 70.

Volviendo a la historia, la singladura musical de Expresión incluye giras interminables por España de la mano de su representante, Carlos Morales, la composición de una misa rock en 1972 que ofrecieron al público en la iglesia de San Pablo de Córdoba y la creación de un musical, la primera ópera rock en castellano en 1974.

También recalaron durante una temporada en Madrid, donde conocieron a Vicente Romero, que les grabó una maqueta en los estudios Eurosonic con vistas a un posible LP que nunca fue.

Como viene siendo habitual en cada entrada dedicada a un grupo, aquí también tenemos que citar la mili como un momento difícil para Expresión. Sus miembros han de cumplir con los deberes patrios y, en ese intervalo, Randy, junto a Pelucas, Roscka y los músicos catalanes Javier Castro y Andreu Simón organizan, en Barcelona, la orquesta Marrakech. Estamos en 1973.

Por suerte, el fin del servicio militar trajo consigo el renacimiento de Expresión, con los mismos componentes de siempre y de vuelta a su Córdoba natal. De nuevo en los escenarios, recuperando su estética de largas melenas y cuerpos pintados con dibujos de colores.

Y por fin, en 1979, se produjo la metamorfosis de la banda, añadiendo a su obra esos elementos arábigo-andaluces tan característicos y adoptando el evocador nombre que ya conocemos: Mezquita.