martes, 31 de enero de 2017

Rocktiembre 78 en digital

Como ya vimos en este par de entradas de 2008, de momento sin fotos por un cambio en el servidor donde están alojadas, en el XXX aniversario del Rocktiembre original de 1978 se llevó a cabo un festival con el que recordar aquel primer evento organizado con el objetivo de conseguir fondos para el sindicato de músicos y en el que participaron algunos de los grupos pioneros del rock en España.

En esta conmemoración de 2008 estuvieron presentes parte de los grupos y músicos del Rocktiembre original más los herederos de aquellos primeros héroes que aprendían a tocar de oído y preparaban versiones de clásicos del rock con unos medios ínfimos, que solían consistir en un tocadiscos,  un vinilo importado, dos oídos y mucha paciencia.

Se habló de que se haría una película del concierto, pero la cosa se quedó ahí y nunca más se supo.

En este pasado 2016 se repitió la jugada. Un nuevo rocktiembre volvió a traernos a algunos de aquellos músicos que actuaron en 1978. Músicos con cuarenta años más de edad y de experiencia y que siguen en activo. 

En esta ocasión no han actuado grupos nuevos, solo seis leyendas del rock español. Músicos jóvenes sí ha habido, sustituyendo a los que ya no están o a los que han cambiado de banda, pero Asfalto, Topo, Barón Rojo, Coz, Ñu y Burning como formaciones han escrito un página importante de la música española y hasta internacional en algunos casos y ahí siguen. Sus miembros más veteranos no han desempolvado sus instrumentos para la ocasión, no. Este ha sido uno más de los conciertos que siguen ofreciendo regularmente.

En este caso sí ha habido DVD, con una gran calidad de imagen y sonido, dados los medios con los que se cuenta actualmente y también la mejor educación del personal. Por suerte, cuarenta años de libertad, paz y acceso a la cultura han hecho de un concierto de rock una opción más dentro de la oferta de ocio, con los mismos riesgos de cualquier otro acontecimiento multitudinario, pero mucho más tranquilo que, por ejemplo, esos partidos de fútbol que, incomprensiblemente tratándose de deporte, se consideran de "alto riesgo".

Y todo esto viene a cuento porque, hace unos días, me encontré en este abandonado blog con un comentario de nada menos que Rai García, uno de los responsables de la película Nos va la marcha, testimonio de aquel primer Rocktiembre, imposible de encontrar actualmente, pero que sus responsables tienen la intención de restaurar y publicar en DVD, por lo que han iniciado un proyecto de crowdfounding.

En la página del proyecto tenéis toda la información sobre el mismo y la forma de colaborar.

Parece que el ritmo es bueno y, desde mi punto de vista, los aficionados al rock español podemos tener esperanzas de que se consiga el objetivo. Depende de nosotros.

Hay muchos documentales de aquella época convulsa en España y este merece un sitio entre ellos como testigo de los cambios que se estaban produciendo entre los jóvenes de entonces.

Por mi parte solo puedo desear mucha suerte a los responsables y darles las gracias por aquel esfuerzo de hace ya cuarenta años y por el que están realizando ahora.



miércoles, 26 de septiembre de 2012

Conversaciones con Rafael "Tarántula" Cabrera

En la entrada sobre Tarántula nos preguntábamos qué habría sido de Rafael Cabrera, su espectacular primer vocalista.

Pues bien, gracias a Miguel Izquierdo hijo (recordemos que Miguel Izquierdo padre fue batería del grupo), hemos podido localizarlo en su Valencia natal, donde sigue residiendo, aunque a lo largo de su vida ha pasado épocas en otras ciudades españolas.

Descubrimos a un auténtico melómano, que de niño empleaba su paga en comprar partituras a la vez que veía crecer su afición a cantar. El error fue hacerlo en la terraza de su casa a la vista de todo el mundo y en horas de colegio, lo que le valió una reprimenda de su madre cuando se enteró por los vecinos, que admiraban la voz del pequeño Rafael.

Ya en 1957 se presentaba (formando dúo con otro compañero) a concursos de radio donde solía hacer buen papel, y en esa misma época apareció en el programa de televisión La Gran Ocasión, presentado por el legendario Miguel de los Santos.

Desde entonces su vida ha ido unida a la música, primero con el nombre artístico de Boby Astro (muchos de sus allegados le siguen conocienco como Boby) después con Tarántula además de otros grupos de rock sinfónico y progresivo, y más tarde en el mundo de la zarzuela y las orquestas, tan típicas de la zona levantina.

Nos habla del gran éxito de los primeros Tarántula y de sus actuaciones, no solo por toda España, sino también en el extranjero, cuya música ha sido muy apreciada en países como Alemania.

El gran nivel del grupo le llevó a compartir escenario con otras formaciones nacionales históricas como Storm o Iceberg, además de acompañar a artistas internacionlaes de la talla de Rory Gallagher.

Nos ofrece otros recuerdos, como la ampliación a cinco conciertos en una sala de Vitoria donde había firmado para una única actuación que resultó un rotundo éxito, o los cuatro meses seguidos en Bilbao. También nos habla de la cancelación de uno de sus actuaciones en la discoteca M&M de en Madrid por parte de la policía y de otros encontronazos con las fuerzas de (in)seguridad de los años 70, aunque la único seguro, en muchas ocasiones, era acabar detenido por llevar el pelo largo.

En su vertiente más personal también nos hace comentarios acerca de los músicos con los que ha entablado amistad (aparte de los compañeros de formaciones), como, entre otros, el también valenciano Nino Bravo, con quien se dedicaba a cantar soul en el estudio de grabación en los ratos libres, o David Bisbal. Pero no el David Bisbal de Operación Triunfo, sino el anterior, el chaval loco también por la música, admirador de las dotes vocales de Cabrera y que vio en el concurso televisivo una puerta abierta al éxito, aunque (como en el caso de Nino Bravo) tuviera que sacrificar parte de sus tendencias artísticas.

En resumen, una vida llena de aventuras musicales y no musicales que ahora se encuentra al ralentí por problemas de salud, lo único capaz de apartarle de su gran pasión, pero no de quitarle un humor y una simpatía excepcionales.


jueves, 16 de agosto de 2012

Un juglar en Lavapiés

 La falta de tiempo y el exceso de molicie hacen de este blog un lugar aparentemente abandonado, con información desactualizada, falta de nuevas entradas y enlaces que no funcionan gracias, principalmente, a la implacable lucha del poder y el dinero contra la difusión de la cultura popular y el rescate de obras inencontrables (incluido todo ello en ese inabarcable acto delictivo denominado piratería).

Pero no, la idea de recuperar en lo posible la historia del rock español sigue ahí, y para aportar un nuevo grano de arena, vamos a recordar el concierto que los míticos Ñu de José Carlos Molina ofrecieron en las fiestas de San Lorenzo 2012 en Madrid.


Para los que no viváis en esta ciudad o no conozcáis sus tradiciones, diré que, durante el mes de agosto, casi se solapan las tres fiestas más castizas de la capital de España. Primero la que se celebra en honor de San Cayetano (7 de agosto) en los alrededores del popular Rastro, seguida de la de San Lorenzo (10 de agosto) en el barrio de Lavapiés y, por último, la de la Virgen de la Paloma (15 de agosto), la más curiosa de las tres al tratarse de un culto no establecido originalmente por la Iglesia Católica, como es habitual, sino nacido del pueblo y cuya historia recomiendo leer a los interesados en las tradiciones populares.

En esta ocasión, como ya se ha dicho antes, ha sido el amigo San Lorenzo quien nos ha traído a Ñu a Lavapiés, barrio también de interesante historia, multirracial, multicultural, con calles de leyenda y un tanto peligroso en según qué momentos. Hogar, por ejemplo, del conocido bandolero Luis Candelas.

Hablar de Ñu es hablar, posiblemente, de uno de los grupos más longevos del rock español, pero no del más estable. El apartado de integrantes de la banda ocuparía la mitad de su biografía, entre otras cosas porque gran parte de sus miembros cuenta, a su vez, con una larga trayectoria propia dentro del mundo de la música.

Nombres como el del batería Enrique Ballesteros (Cráter, Bellabestia, Banzai, Coz), el fallecido violinista Jean François André (Labanda, batería con Kurt Savoy), los guitarristas Jerónimo Ramiro "Jero" (Santa, Saratoga, Santelmo) y Rosendo Mercado (Leño), el bajista, también fallecido, Chiqui Mariscal (Leño) o el teclista Miguel Ángel Collado (Santa, Sangre Azul, Casablanca) dan una idea del nivel de los músicos (según parece hasta 70) que han acompañado a Molina en su proyecto.

Semejante vaivén de componentes se debe, al menos en parte, al peculiar carácter de José Carlos Molina, definido como perfeccionista, poco diplomático, autosuficiente o irascible, quizá unas características causa de las otras y que entre todas perfilan a un personaje creativo, único y carismático, seguro de lo que hace y capaz de parar un tema a la mitad durante un concierto y negarse a seguir mientras dos personas del público sigan peleando (servidor fue testigo) o abandonar el escenario harto de problemas técnicos.

Así pues, no resulta extraño que el grupo sea fiel reflejo de su líder, aunque este llegara a confesar en una entrevista de radio que su capacidad de innovar está limitada por la imagen que se tiene de Ñu tras tantos años de existencia.

Su nacimiento se produjo en torno a 1975 como evolución de Fresa, grupo más orientado a "fiestas de pueblo", en cuyo repertorio Rosendo Mercado, Chiqui Mariscal y Molina intercalaban temas de rock. Pero esta historia será contada en otra ocasión, porque, después de tanto preámbulo, nos vamos a centrar por fin  en el concierto.

La actuación de Ñu en Lavapiés fue la típica gala veraniega.  Más cercana a una reunión de colegas en la que unos hacen música y otros saltan, aplauden y corean. Desde luego no se trató de una presentación del, hasta la fecha, último disco de la banda (Viejos himnos para nuevos guerreros) ni de un gran espectáculo hecho para impactar.

El escenario (de dimensiones suficientes) estaba situado en mitad de la estrecha calle Argumosa, lugar de celebración de la fiesta y en cuyas aceras se alinean las barracas de feria, puestos de comida y bebida y demás componentes de este tipo de eventos.

No obstante, la incomodidad del entorno no impidió a los numerosos espectadores disfrutar durante una hora larga de las evoluciones del grupo.



José Carlos Molina con su inseparable flauta travesera y cantando, Ramón Álvarez al bajo, Nacho de Carlos (acompañante, entre otros, de Jero Ramiro y ex-miembro de Beethoven R.) a la guitarra, el austriaco Peter Mayr (componente de Perfect Strangers, productor, especialista en instrumentos musicales y colaborador con infinidad de grupos) y su Hammond y el batería Javier Arnáiz "Bumper" (acompañante de Jero Ramiro y Miguel Oñate, componente de Barón Rojo y Vargas Blues Band y con dos discos en solitario -Drum y 2012-) hicieron un repaso, con un sonido regular pero aceptable, de los temas más clásicos de Ñu, lo que resultó en una conexión inmediata con el variopinto y numeroso público, de todas las edades y colores.

El grupo supo meterse en el bolsillo a los asistentes (tanto seguidores como simples curiosos) echando mano de su música más festiva, aunque sin dejar de lado la vertiente dura.

Molina, que salvo por su pelo más blanco muy poco ha cambiado en todos estos años, sabe como nadie moverse en el escenario y llevar la actuación por sus cauces, desapareciendo en los temas instrumentales, desviando la atención hacia el músico protagonista en cada momento o saliendo de atolladeros como un imprevisto con el equipo del bajista, imponderable que aprovechó el juglar de Legazpi, tras unos momentos de titubeo, para deleitarnos con un impecable Trovador de ciudad armado con su guitarra acústica mientras se solventaba el problema. Su comentario final tras la canción y entre risas fue "algo había que hacer".

Cada músico tuvo oportunidad de desplegar su maestría en solitario.

Bumper, el Increíble Hulk de la batería, con una envergadura que hace parecer a su Tama una talla menor de la necesaria, dejó patente la calidad de los elementos que la componen, castigando sin piedad los parches y platos en un solo atronador, con un doble bombo clásico (dos bombos, nada de uno con dos pedales) que recordaba el sonido de una Harley.

Nacho de Carlos hizo también gala de su arte, además de en un gran solo, en los temas instrumentales, donde la guitarra se convertía en principal protagonista. Con claras molestias en su muñeca izquierda en la última parte del concierto, demostró su profesionalidad aguantando el tipo hasta el final, incluido el Más duro que nunca del bis.

Ramón Álvarez también demostró con su solo que el bajo no es simplemente un instrumento de acompañamiento.

Y nos quedan Peter Mayr y su Hammond. Un personaje que parece salido de El señor de los anillos, con su largo pelo y barba blancos, que le dan una imagen muy acorde a ese aire medieval y de cuento que caracteriza al grupo que nos ocupa.

La actuación de Mayr, en especial en los momentos en que se le dejaba solo con sus teclas, no se puede describir, hay que verla. Además de por su estilo sicodélico de los teclistas de rock de los años 70, por la forma de tratar un instrumento de un peso considerable que él bambolea hacia delante y hacia atrás hasta los límites del equilibrio mientras no para de recorrer el teclado con sus dedos.

Y ya, hacia los últimos temas del concierto, una invitada en forma de torbellino con violín: Judith Mateo.  Polifacética violinista asturiana, de formación clásica pero dedicada a la música tradicional celta. Digo polifacética porque compagina su labor como instrumentista con, entre otras actividades, la de estudiosa de la música, presentadora de televisión y activista contra la violencia de género y de apoyo al maltrecho pueblo saharaui.

Acompañante de Cristina del Valle, Hevia o Carlos Núñez entre otros, también cuenta con tres discos en solitario (Tir nan og, Mientras el cielo no caiga, Ashes) y una dilatada carrera que le ha llevado a actuar en medio mundo, además de ser colaboradora de Ñu desde hace años, tanto en estudio como en directo.

El violín y energía de Judith, que no dejó ni un momento de moverse por el escenario y animar al público, completaron una buena actuación de la banda, no comparable al concierto registrado en DVD hace unos años, pero sí lo suficientemente divertida como para volver a ejercer de público si se presenta la ocasión, aunque, por desgracia, la actual crisis, unida a, o provocada en parte por, los desmanes de los políticos locales de turno (de cualquier turno) han dejado para el recuerdo esa ristra de conciertos de rock gratuitos o a precios módicos tan habituales en las fiestas veraniegas hace unos años.

Ahora se buscan las simpatías del votante mediante el artista de usar y tirar de moda y las orquestas de baile, o se pasa directamente al lado contrario, las representaciones teatrales, ballet o conciertos de música clásica, pero sin hacer un alto en mitad del camino para dar cabida a algo menos clásico que Vivaldi, pero con más calidad de la que presentan los compositores de melodías para teléfonos móviles.

Sea como sea, no perdamos la esperanza en la vuelta de aquellos buenos tiempos u otros similares. Músicos no faltan, pues las nuevas generaciones y los que siguen en la brecha después de tantos años tienen mucho que ofrecer. Solo se necesita que los que deciden se den cuenta de que, a estas alturas, es tan tradicional un concierto de rock como una exhibición de mantones de manila o un concurso de chotis.

sábado, 20 de agosto de 2011

Mezquita (y III).

Tras la separación del grupo, Randy y Rafa, acompañados por una caja de ritmos, continuaron juntos un año más con el nombre de Tenis. Después, cada uno tomó un camino distinto.

José Rafa formó José Rafa y los Culpables, adoptó, por otro lado, el seudónimo de Adán García (¿homenaje al tema de Rubén Blades?) grabando para Virgin dos discos, y después creó una orquesta de baile en compañía de Abraham, su hijo y también guitarrista.

En cuanto a Randy, compartió durante un tiempo el éxito de la otra gran banda cordobesa del momento: Medina Azahara.

Tras la disolución de Tenis, sus planes pasaban por marcharse a San Sebastián, pero recibió la llamada de Medina y, diez días después, ya les acompañaba en una actuación en Soria.

Durante los siguientes nueve años el grupo se benefició de las aportaciones del nuevo bajista, quien compuso algunos de sus temas más conocidos: Otoño, Navajas de Cartón, El Soldado o Velocidad, creado inicialmente como sintonía para un rally disputado en Córdoba y que posteriormente cedió a la banda.

También militó en Paseando por la Mezquita, grupo que basaba su repertorio en versiones de Medina Azahara y Mezquita y que formaban el guitarrista Miguel Galán (ex-Medina Azahara), el cantante Miguel Escudero (que formó parte anteriormente de los también cordobeses Demonios en el Jardín, además de hacer coros a Manuel Martínez, de Medina, y pasar por otros grupos hasta que, a finales de 2008, se convirtió en parte del nuevo proyecto de Jero Ramiro: Santelmo), Paco Roscka a las teclas y José Antonio Molina a la batería (también antiguo miembro de Medina). Llegaron a grabar un single promocional en 1998 con dos clásicos de Medina Azahara, Navajas de Cartón y Paseando por la Mezquita.

Dedicó otra temporada a acompañar a la Orquesta Mermelada en sus actuaciones por España, donde volvió a coincidir con Paco Roscka.

El siguiente reto al que se enfrentó fue participar en la creación, junto a Miguel Galán, de la parte musical del espectáculo Wallada, el Sueño de un Poeta Cordobés, que gira en torno a la figura de Wallada bint al-Mustakfi, poetisa cordobesa hija de un califa y una esclava cristiana y que vivió entre finales del siglo X y principios del XI. Ku'rrtuba, banda formada para el musical y donde también militaban Randy y Galán, se encargó de la interpretación en directo.

Tras esta experiencia, nos situamos ya en 2008, Randy volvió a la formación típica de grupo de rock fundando, también con Miguel Galán, El Origen, banda de rock sinfónico andaluz.

Les acompañaron en el proyecto Tete Navas con las teclas y Javier Consuegra (Javi "Nervios") a la batería. Éste último ya había tenido relación con miembros de Mezquita, pues formó parte de Ku'rrtuba y, años atrás, acompañó a José Rafa en sus etapas de Adán García y José Rafa y los Culpables.

Reportero de Antena 3 TV, realizador de documentales o trabajos relacionados con la música pero fuera del escenario (compositor, técnico de sonido...), han sido otras de las actividades del inquieto y polifacético Randy López.

De Paco López y Rafael Zorrila hay poco que contar, el primero continuó con la Orquesta Mermelada y ha sido imposible encontrar alguna referencia más. Por su parte, El Pelucas tomó un camino equivocado y poco aconsejable, aunque muy transitado en las últimas décadas del siglo pasado. Y finalmente en 2002 se marchó a deleitar con el ritmo de sus tambores al mismísimo Satán (ya sabemos que los roqueros van al infierno).

Pero la historia de Mezquita no ha terminado.

Esporádicamente han vuelto a reunirse para ofrecer actuaciones. Incluso en 1995 estuvieron de gira y grabaron además 12 nuevos temas que, según cuenta Randy López, se acercaban al estilo de su primer disco. Sólo uno de sus miembros, por razones obvias, no volvió junto a ellos. Zorrilla fue sustituido por Eduardo Viñolo, experimentado batería que ha acompañado a músicos de diferentes estilos (blues, independientes, cantautores...) y que había tocado puntualmente con Mezquita en anteriores ocasiones, incluso en la época de Expresión.

Y, por fin, en 2009, 30 años después de su nacimiento, parece que Mezquita volvió para quedarse, o al menos eso parece en el momento de escribir, según esta entrevista.

El cuarteto se presentó el 27 de mayo de 2009 en su Córdoba natal y, desde ese momento, ha seguido actuando en directo.

También en 2009 participó en el festival que se celebra anualmente en el Lago de Bornos, Cádiz, y donde ya había ofrecido actuaciones en las dos primeras ediciones, en 1980 y 1981.

Al año siguiente formó parte del cartel, junto a Asfalto, Bloque y Obús, de las VIII Jornadas al Mérito Rockero, evento organizado por La Abuela Rock, asociación cultural afincada en Montilla (Córdoba), ciudad donde la música se vive de una manera especial.

La finalidad de estas jornadas es dedicar unos días al rock a través de conferencias, conciertos y un invitado central a quien se premia por su actividad musical. La protagonista de estas VIII Jornadas fue nada menos que la mítica Chapa Discos, representada por el tantas veces citado en este blog Vicente Mariscal Romero.

Esta actuación en las Jornadas, junto a la de Bornos, han hecho posible, por fin, algo largo tiempo esperado, el tercer disco de Mezquita, 30º Aniversario. Un compendio de temas en directo de ambos conciertos con sus trabajos de siempre más otros dos nuevos en estudio. Escuchando la grabación nadie pensaría que han pasado treinta años desde Recuerdos de mi Tierra, y, como prueba, vamos a comparar la original Resaca del Amanecer con la versión en directo, fundidas ambas en este experimento.

La portada recuerda sospechosamente a otro directo mítico, y en la parte de atrás del CD descubrimos que no es concidencia. Se trata de un homenaje al disco que, según el grupo, "les indicó el camino".

Más actuaciones, en Adamuz, de nuevo en Montilla, en esta ocasión en un acto benéfico a favor de los niños angoleños...

Recomiendo un paseo por Youtube. Con la combinación adecuada en las búsquedas podemos disfrutar de pinceladas de los últimos directos de Mezquita. Aunque la calidad no sea la principal característica de las grabaciones, vale la pena ver los vídeos de una leyenda que vuelve a la vida.

Y esto es todo de momento. Pero parece que esta entrada necesitará futuras revisiones porque, en esta ocasión, el grupo que hemos conocido sigue vivo.

Enlaces

http://www.myspace.com/mezquitarockandaluz
http://www.elorigen.es.tl/
http://www.wallada.es/
http://www.dlsi.ua.es/~inesta/LCDM/Entrevistas/randylopez_dic04.html
http://lafonoteca.net/grupos/mezquita
http://lafonoteca.net/grupos/mezquita/discos


jueves, 18 de agosto de 2011

Mezquita (II).

Desaparece Expresión y entra en escena Mezquita. Ha nacido el grupo que pasará a la historia, y Vicente Mariscal Romero con su nuevo sello Chapa Discos estará ahí para dejar constancia en plástico.

Él mismo nos cuenta, en Diez Años del Sonido Chapa, cómo tenía la intención de incluir en el catálogo de la compañía grabaciones de rock andaluz, pero procurando que prevaleciera lo primero sobre lo segundo, y Mezquita encajaba en ese proyecto. Smash o Triana habían abierto un camino electrificando la música andaluza y añadiéndole tintes progresivos, de jazz... pero grupos como Mezquita, basados en el progresivo, el sinfónico o el rock en su más extensa acepción, hicieron lo contrario, sazonar su estilo con especias sonoras autóctonas.

El 24 de septiembre de 1979 y después de una temporada de trabajo en los estudios Audiofilm de Madrid, apareció el primer disco grande: Recuerdos de mi Tierra. En lafonoteca.net se nos ofrece una interesante crítica del mismo.

Para la preparación y lanzamiento de la obra, la discográfica hizo un espectacular despliegue de todos sus escasos medios para enriquecer el sonido del disco con violines y violoncellos y vestirlo con una portada diseñada por un ilustrador de nivel.

Según vemos en la contraportada, Santiago Crespo, José Azpiri y Juan Ferrera acompañaron con sus violines a la banda, y lo mismo hizo Manuel López con el Chelo. Por su parte, Rafa "Huevo", Jimy y José Juan Almela (que ejercía en Zafiro -madre de Chapa- como adjunto a la dirección artística) compusieron arreglos de violín para el tema Desde que Somos Dos.

El ingeniero Antonio Morales se encargó de que todo sonara lo mejor posible bajo la dirección de Vicente Romero, que ejerció como productor. Y, para la carpeta del LP, se eligió a Máximo Moreno Hurtado, fotógrafo y pintor, hermano de Benito Moreno (también pintor además de cantautor) y de Josele (José Moreno), el conocido humorista que formó parte del grupo Los Payos, donde coincidió con Eduardo Rodríguez, que militaba a la vez en Triana. Y precisamente El Patio, la primera emblemática obra de estos últimos y de la que hablamos al principio del texto, también cuenta con el arte de Máximo Moreno en su carpeta... el mundo es un pañuelo.

La autoría de los temas figura como Rojas-Rosó, segundos apellidos de Randy y José Rafa respectivamente, aunque el mismo Randy López, de nuevo en Los Hijos del Rock, reconoce que el grupo al completo daba la forma final a las composiciones.

Las críticas a este trabajo son todas positivas y se considera como una de las grandes obras de la progresía en España. Aunque Mezquita hubiera desaparecido tras la grabación, el grupo ya habría escrito una página imborrable en la historia musical.

Fuera de nuestro país, en sitios como Japón y Estados Unidos, también se tiene en muy alta estima Recuerdos de mi Tierra; como prueba, los precios desorbitados del disco en el entorno de los coleccionistas.

La aparición de este LP vino acompañada del habitual en aquella época single de dos temas. Salió a la venta el mismo día que su hermano mayor y no contenía material nuevo, Desde que Somos Dos como cara A y Ara Buza como B. También replicaba en menor tamaño la portada del disco grande.

Siete meses después, el 21 de abril de 1980, se publicó un nuevo 45. Y (opinión particular), si queremos explicar a un extraterrestre por qué Mezquita fueron grandes, bastaría con hacerle escuchar este disco. Palabras textuales del Mariscal Romero en su Historia de una Etiqueta: "...una linda descarga de poesía andaluza para el tema A. En la otra cara rock urbano andaluz...". Recuerdos de mi Tierra es esa cara A y El Bizco de los Patios la B. Recordemos que se trata de un personaje real que pululaba por la zona de ensayo del grupo, y Randy, en Los Hijos del Rock, lo describe como el hermano de un músico amigo que "lo mismo te robaba el reloj que te regalaba veinte mil duros".

En 2007 el disco se reeditó en forma de CD gracias al trabajo de la valenciana Picar, S. L. La portada original (aunque con menos calidad, ya que parece tratarse de una digitalización y reimpresión de la del LP) envuelve un disco con excelente sonido. Sólo el poco cuidado puesto en la impresión del mismo CD hace desmerecer un poco este relanzamiento, como podéis comprobar en la imagen adjunta.

Seguimos. Habían empezado los años 80 del siglo XX. Nefasta década para la música más, digamos, marginal, que intentaba con mucho esfuerzo mantenerse firme mientras era aplastada por capas de laca, tinte para el pelo, soniquetes sintetizados y escasos conocimientos musicales.

Una anécdota al respecto. Pedro Gené, líder de Lone Star contaba en una ocasión cómo asistió, por curiosidad, a un concierto de un grupo que no citaremos, pero que fue uno de los abanderados de la llamada "movida madrileña" y de la nueva ola, y cuyos miembros todavía a día de hoy siguen encima del escenario. Según comenta, esta conocida banda ofreció el concierto completo con las guitarras desafinadas. Lo dejaremos ahí.

La idea es que la década de los 80 supuso una revolución (si se puede llamar así) en el arte (si también se puede llamar así) en general. Centrándonos en el apartado musical, el auge de la electrónica trajo consigo nuevas posibilidades en imagen y sonido que los músicos de verdad intentaron con mejor o peor fortuna integrar en sus creaciones, mientras que los aprendices, aspirantes o remedos de músicos tomaron como base de su obra y sustituto de los conocimientos musicales.

Los ritmos simples y pegadizos, los excesivos maquillajes, peinados y vestimentas, las letras vacías, etc. eran fácilmente vendibles, y las discográficas comenzaron a potenciar lo que más dinero daba, al fin y al cabo son empresas.

Aunque no sólo de música de plástico vivía el hombre en esa época. Por supuesto que los artistas de siempre seguían en la brecha, pero influidos en parte por el boom tecnológico que se estaba viviendo y en parte por la evolución natural y las nuevas modas. Por poner un ejemplo, lo que en los 70 era rock progresivo duro, de piezas largas y sonido fuerte con guitarras distorsionadas y baterías contundentes (el estilo de Deep Purple o Led Zeppelin), fue derivando hacia el heavy metal, donde se sacrificaron las composiciones complicadas en aras de temas más fácilmente digeribles, de menor duración y potenciando aún más la distorsión y la contundencia (aspectos que, por cierto, se perdían entre reverberaciones y efectos de sonido a los que eran tan aficionados los productores por aquel entonces, que también se dejaron deslumbrar por la nueva tecnología).

Todo esto viene a cuento para entender lo que podríamos llamar el principio del fin de Mezquita a partir de su segundo disco grande, situación que vivieron muchos grupos con diez o quince años de existencia en ese periodo.

Y no es que su segundo disco les llevara al olvido, sino que, por esos días, muchos músicos y grupos que habían iniciado años atrás su andadura por el camino del rock comenzaron a ver más espaldas que caras en las discográficas. Unos consiguieron superar el bache y otros, sin abandonar el mundo de la música, buscaron actividades más lucrativas. Lucrativas para comer todos los días, no para hacerse ricos.

Y, con este panorama a la vista, el 4 de mayo de 1981, según se refleja en Historia de una Etiqueta, Mezquita publica lo que fue hasta su separación el último LP: Califas del Rock.

Vicente Romero relata en su obra que, una vez terminada la producción del Larga Vida al Rock 'n' Roll de Barón Rojo, se inició la grabación del disco de Mezquita en los estudios Scorpio, propiedad de Luis Cobos, quien colaboró con ellos incluyendo su saxo en Así Soy Yo y Resaca del Amanecer además de ayudar también con los teclados.

El disco mantiene la calidad del primer trabajo, pero no así el estilo de los temas, que deviene en más convencional y "vendible" de acuerdo a los nuevos cánones, pero manteniendo viva la característica mezcla de rock fuerte y matices arábigo-andaluces. Ese giro y la falta de promoción, más volcada en materiales "de moda", hicieron que este segundo trabajo no alcanzara la difusión del primero.

Por otro lado, Recuerdos de mi Tierra era un listón muy difícil de rebasar, además de que el mismo Randy López reconoce que el grupo se equivocó en el enfoque de la nueva obra.

No puedo evitar aquí volver a introducir una opinión personal para defender Califas del Rock. Los tiempos cambian, y dos años entre finales de los 70 y principios de los 80 suponían mucho tiempo.

Por todo lo visto en estos últimos párrafos, un segundo disco en la línea del primero posiblemente tampoco habría tenido una aceptación masiva al estar su estilo incluso más lejos de las "preferencias musicales" (así, entre comillas) del consumidor medio, que no se decanta por una corriente en particular, sino por lo que suena en la radio y puede tararear.

Una vida más larga y un tercer álbum, del que se llegó a grabar una maqueta ahora perdida, probablemente habrían dejado las cosas claras, pero las modas, y por tanto los intereses de las discográficas, habían cambiado. Como antes hemos visto, por un lado, las ventas de rock estaban copadas por el heavy de grupos como Obús o Barón Rojo y, por otro, la "modernidad", se convirtió en lo más apreciado por las casas de discos. Dinero fácil. Randy López nos comenta, en Los Hijos del Rock que "fue en aquella época cuando llegaron los modernos a Madrid y se cargaron todo lo que con mucho trabajo habíamos conseguido los rockeros".

De todas formas, y sigue siendo opinión personal, los dos discos de Mezquita dan una idea de lo amplio de sus ideas y capacidad musicales. Para mí, Califas del Rock no traiciona las propuestas iniciadas con Recuerdos de mi Tierra, sólo las amplía.

Randy López, de nuevo en la entrevista de La Caja de Música, reconoce que esa adaptación o evolución que les hizo ensayar en Califas un estilo más actual, les habría llevado, con el tiempo, a añadir a su base inamovible andaluza sonidos house o chill (tengamos en cuenta que la entrevista data de 2004).

Pero ni soy músico ni entiendo de música, y algunas críticas feroces me dejan sin argumentos para rebatir, por tanto, dejaremos el debate en suspenso y continuaremos con este segundo disco, del que tampoco faltaron los consabidos singles. El 4 de mayo de 1981 apareció el primero con Así soy Yo y Mente de mi Subconsciente. La imagen de la portada, la misma del LP. El segundo vio la luz el 9 de noviembre de 1981 y se componía de Resaca del amanecer y, nuevamente, Así soy Yo. La foto que aparecía en la carpeta interior del disco grande pasó al exterior en su hermano menor.

No hubo más temas nuevos publicados, pero las famosas recopilaciones periódicas de Chapa también contaron con música de Mezquita. Concretamente el volumen III de Rockopilación contenía Recuerdos de mi Tierra, Dos Años del Sonido Chapa, Desde que somos dos y, en Historia de una Etiqueta, figuraba Cara y Cruz.

Poco después de ese segundo disco, y tras quince años de trabajo en conjunto, los cuatro músicos deciden dejarlo temporalmente para explorar nuevos caminos (palabras de Randy López).

Mezquita (I). Expresión

De entre las cosas de que podría presumir este país hay algunas más que discutibles, otras opinables y, por supuesto, no pocas, absolutamente incuestionables (como el ser cuna de inventores que hicieron fortuna poniendo un palito a algo –chupa-chups, fregona, futbolín-). Pero hay una de éstas últimas que suele olvidarse con sorprendente facilidad: el haber dado origen a un estilo propio de rock, autóctono, de aquí, pero con una gran versatilidad y fecundidad musical. Alguien (ahora veremos quién) lo llamó “rock andaluz”.

Los años han venido a demostrar que el rock andaluz no fue una moda pasajera o una tendencia con fecha de caducidad. La evolución musical le ha ido haciendo perder protagonismo, a pesar de lo cual, grupos actuales como Medina Azahara, Taifa o Arábiga (más los músicos que iniciaron todo y siguen al pie del cañón, claro) lo mantienen, no solo vivo, sino con un excelente estado de salud. Indudablemente, lo que hoy se hace no es lo que se hacía en sus orígenes; el cambio es inevitable y, hasta en algunos aspectos, necesario para la supervivencia. Pero eso no quiere decir que el actual rock andaluz carezca de interés; como tampoco que la obra elaborada durante el periodo de esplendor del movimiento haya perdido validez, gracias principalmente a la creatividad y enorme calidad de los músicos que la produjeron.

Cuando en su momento nos asomamos a la historia de los cántabros Bloque conocimos a Gonzalo García-Pelayo. Aunque en ese momento sólo se mencionó de pasada, fue un pilar básico para el nacimiento del estilo musical que nos ocupa. Primero con su local Don Gonzalo, centro de reunión de la progresía de la época, y clausurado en 1968 por la autoridad (in)competente de aquella España de entonces; después a través de su sello Gong (1974), con el que grabaron, además de artistas que nada tenían que ver con la música andaluza, Granada, Gualberto, Tílburi, Lole y Manuel, María Jiménez y, desde luego, los geniales Triana.

Gong, en colaboración con Moviplay, publicó en 1975 el primer LP de este grupo, El Patio, con una original (que no nueva, como ahora veremos) propuesta musical, cuyo éxito empujó a otras grandes multinacionales discográficas afincadas en España a dar a conocer el trabajo de más artistas seguidores de esa misma línea. Así, CBS difundió el trabajo de Imán Califato Independiente y Medina Azahara, Epic el de Alameda, y EMI, por poner otro ejemplo, el de Guadalquivir.

Pero este estilo no surgió de repente. Como cuenta el guitarrista Manglis (Gong, Guadalquivir) en Los Hijos del Rock, de Salvador Domínguez, todo empezó en lo que hoy conocemos como comunidad andaluza, y especialmente en Sevilla, a mediados de los años sesenta, cuando cines como el Andalucía o el Goya y el teatro San Fernando, los domingos por la mañana se convertían en escaparate de grupos de música moderna de la zona: Nuevos Tiempos, Gong, Los X-5, Los Bríos...

Al mismo tiempo, dos puertas (nos dice el propio Domínguez en su obra) se abrieron en el sur español para dar paso al rock, una, la de American Forces Radio, emisora de las fuerzas aéreas norteamericanas de las bases de Morón (Sevilla) y Rota (Cádiz); otra, la de la colonia de Santa Clara en Sevilla, lugar de residencia de esos mismos militares. Y ese interés por la música moderna, unido a la influencia de Hendrix, Doors o Zappa (sigue contando Manglis) marcó un rumbo para muchos músicos andaluces que, como gran parte de los artistas jóvenes de la época, vivían de tocar en orquestas animando fiestas, lo que no era su objetivo a largo plazo.

El tercer elemento que engendró la revolución fue el nacimiento o más bien exteriorización del sentimiento nacionalista tanto tiempo reprimido por la dictadura española.

La combinación de todas estas circunstancias propició la génesis de Smash, clarividentes músicos que, según García-Pelayo, llegaron a la acertada conclusión de que se podía dar un aire andaluz, flamenco, gitano, a esa otra música venida de fuera.

De esta forma, y rizando un poco el rizo, podemos decir que en Andalucía se cierra un círculo donde el rock, evolución de la música que los esclavos africanos llevaron consigo al otro lado del Atlántico, se fusiona con estilos propios del sur español, de origen incierto pero con claras influencias norteafricanas.

Y ¿qué es un estilo musical sin nombre? Para remediarlo, el mismo García-Pelayo bautizó a este invento "typical spanish" con la acertada denominación que ya conocemos: "rock andaluz".

Antes hablábamos de la calidad y creatividad de los músicos que impulsaron el movimiento. Y es que esa proliferación de creadores sería suficiente para mantener un blog durante años o escribir un libro de los gordos sólo dedicado al rock (no todo de corte andaluz) producido en Andalucía. Así que, de momento, nos quedaremos con los cordobeses Mezquita.

En 1979, José Rafa García a la guitarra y voz, Fernando "Randy" López también cantando y tocando el bajo, Paco López ("Roscka") a los teclados y Rafael Zorrilla, "El Pelucas", en la batería, iniciaron su andadura como Mezquita. Aunque, su verdadero comienzo como grupo, sin Paco López, podemos datarlo en 1969, año de la primera actuación de los otros tres músicos (bajo el nombre de Expresión y con unas tendencias musicales alejadas de lo arábigo), en el club Cañero de Córdoba, lugar de reunión de los amantes del rock progresivo de la zona. Previamente, y en ese mismo año, ya se habían presentado en sociedad ofreciendo un concierto en la caseta del Parque Figueroa de la Feria de Córdoba, como podemos leer en esta minibiografía, donde también se nos cuenta cómo, en el concierto en Cañero, se autopropuso a la banda el miembro que faltaba, Paco Roscka.

El cuartel general de Expresión/Mezquita era un local situado en Los Patios de San Francisco, emblemático y florido rincón de Córdoba cerca de la Mezquita por el que pasaban todo tipo de personajes, que sirvieron incluso de inspiración al grupo, como en el caso de El Bizco de los Patios.

Expresión publicó un único single, con Marrakech y La Luz del Fin del Mundo, en 1974 a través de Musimar, obra, a día de hoy, casi inencontrable y con precios prohibitivos.

La Luz del Fin del Mundo apareció, posteriormente, en el primer volumen de Andergraun Vibrations, recopilación de música sicodélica española de la década de los 70 del siglo XX hecha por Hundergrum Records. Aquel single no era mucho, y tan sólo servía de botón de muestra de una de las vertientes musicales del grupo, pero menos daba una piedra.

Afortunadamente, esos dos temas más otros once registrados en el local de ensayo entre 1972 y 1977 han sido publicados recientemente en CD bajo el título de El Eslabón Omeya, encomiable trabajo que debemos agradecer a la asociación cultural Arabiand Rock de Jerez de la Frontera (Cádiz), fundada con el propósito de recuperar todo lo relacionado con el rock andaluz.

Con buen sonido, a pesar de los precarios medios de grabación, y tan sólo un par de mínimos defectos de audio apenas apreciables, los trece temas que componen el disco son suficientes para definir a Expresión como indefinible. Se mueven con la misma soltura en el terreno progresivo, en el del rock estridente, el blues y hasta en el de los cantautores.

Resulta interesante encontrar en sus composiciones ciertas reminiscencias de Bloque, Asfalto y otros grupos que, curiosamente, son posteriores o, cuanto menos, contemporáneos, lo que les convierte en pioneros del estilo urbano que tanto proliferó durante los años 70.

Volviendo a la historia, la singladura musical de Expresión incluye giras interminables por España de la mano de su representante, Carlos Morales, la composición de una misa rock en 1972 que ofrecieron al público en la iglesia de San Pablo de Córdoba y la creación de un musical, la primera ópera rock en castellano en 1974.

También recalaron durante una temporada en Madrid, donde conocieron a Vicente Romero, que les grabó una maqueta en los estudios Eurosonic con vistas a un posible LP que nunca fue.

Como viene siendo habitual en cada entrada dedicada a un grupo, aquí también tenemos que citar la mili como un momento difícil para Expresión. Sus miembros han de cumplir con los deberes patrios y, en ese intervalo, Randy, junto a Pelucas, Roscka y los músicos catalanes Javier Castro y Andreu Simón organizan, en Barcelona, la orquesta Marrakech. Estamos en 1973.

Por suerte, el fin del servicio militar trajo consigo el renacimiento de Expresión, con los mismos componentes de siempre y de vuelta a su Córdoba natal. De nuevo en los escenarios, recuperando su estética de largas melenas y cuerpos pintados con dibujos de colores.

Y por fin, en 1979, se produjo la metamorfosis de la banda, añadiendo a su obra esos elementos arábigo-andaluces tan característicos y adoptando el evocador nombre que ya conocemos: Mezquita.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Nuevo disco de Lone Star

En la entrada sobre Lone Star hicimos mención, entre otros hitos de la banda, al concierto ofrecido en el Teatro Infanta Beatriz de Madrid en 1968.

El recital se registró, aunque no íntegramente, en cinta magnetofónica, y por fin, tras 42 años, la grabación completa ve la luz en forma de CD y doble LP.

Jordi Gené, hijo del líder y alma de la banda Pedro Gené, ha sido el principal artífice del proyecto, viable gracias al apoyo económico de José Herrando Gimeno, incondicional de Lone Star.

El trabajo ha sido intenso tanto antes como después de la publicación. Por un lado, la antigüedad de la grabación obligó a tratar el sonido a fin de conseguir una calidad aceptable (más que aceptable se puede decir). Para ello, el mismo Pedro Gené ha ejercido de productor, además de poner su granito de arena en la mesa de mezclas.

Y, una vez el disco en el mercado, viene la promoción. Visitas a medios de comunicación, ruedas de prensa, presentaciones... tras más de diez años, el nombre de Lone Star vuelve a oírse y leerse asociado a una novedad discográfica.

Respecto a lo que encontraremos en la grabación, recordemos que ante el respetable se presentaron Pedro Gené al piano y voz, Joan Miró a la guitarra y vibráfono, Rafael de la Vega al bajo y Enrique López a la batería, ofreciendo un concierto en dos actos, una primera parte de jazz y una segunda de rock, en la que se acompañaron de una orquesta.

En el apartado de jazz podemos escuchar versiones de cuatro temas clásicos más el popular catalán El Cant dels Ocells. Y, encarada la vertiente roquera, disfrutaremos de ocho vesiones habituales del grupo más cuatro composiciones propias.

Como antes dijimos, disponemos del formato CD y del, cada vez más de moda nuevamente, LP. La portada y contraportada de ambos es ligeramente distinta, pero la información y fotos son las mismas, con la ventaja en el vinilo del mayor tamaño de la carpeta y el añadido de un poster del grupo.

En definitiva, un álbum muy recomendable que cada uno valorará de forma diferente. Los seguidores habituales disponen de un documento histórico de gran valor, y los nuevos oyentes constatarán que en aquella época no todo era Dúo Dinámico, Fórmula V y Brincos, más el añadido de que, en un solo disco, pueden conocer las dos facetas musicales que por entonces mantenía la banda.

Eso sí, es importante dejar claro, para quienes descubráis a Lone Star a través de esta grabación, la falsedad de la eterna etiqueta de "grupo de éxito de los 60" o "los de Mi Calle". La vida de Lone Star se prolongó por más de treinta años, abarcando casi toda la década de los 60 del siglo XX, los 70, 80 y parte de los 90. Desde sus primeros singles, con versiones de clásicos del rock y el rythm and blues, hasta Viejo Lobo o Hacia el Futuro pasando por Adelante, Horizonte o Lone Star en Jazz, la banda ha dejado constancia de su calidad y su capacidad de adaptación a los nuevos tiempos, mateniendo intactas tanto la dignidad como la personalidad.

Por ello, esperamos ver en un futuro una digna reedición de su discografía que les coloque en el puesto que les corresponde dentro de la historia de la música española. Puesto que ya ocupan, pero que solo los verdaderos aficionados conocen.


Enlaces:

Página oficial del grupo

Discos Melocotón

Gong Discos

FNAC