Desaparece
Expresión y entra en escena
Mezquita. Ha nacido el grupo que pasará a la historia, y Vicente Mariscal Romero con su nuevo sello Chapa Discos estará ahí para dejar constancia en plástico.
Él mismo nos cuenta, en
Diez Años del Sonido Chapa, cómo tenía la intención de incluir en el catálogo de la compañía grabaciones de rock andaluz, pero procurando que prevaleciera lo primero sobre lo segundo, y
Mezquita encajaba en ese proyecto.
Smash o
Triana habían abierto un camino electrificando la música andaluza y añadiéndole tintes progresivos, de jazz... pero grupos como
Mezquita, basados en el progresivo, el sinfónico o el rock en su más extensa acepción, hicieron lo contrario, sazonar su estilo con especias sonoras autóctonas.
El 24 de septiembre de 1979 y después de una temporada de trabajo en los estudios Audiofilm de Madrid, apareció el primer disco grande:
Recuerdos de mi Tierra. En
lafonoteca.net se nos ofrece una interesante crítica del mismo.
Para la preparación y lanzamiento de la obra, la discográfica hizo un espectacular despliegue de todos sus escasos medios para enriquecer el sonido del disco con violines y violoncellos y vestirlo con una portada diseñada por un ilustrador de nivel.
Según vemos en la contraportada, Santiago Crespo, José Azpiri y Juan Ferrera acompañaron con sus violines a la banda, y lo mismo hizo Manuel López con el Chelo. Por su parte, Rafa "Huevo", Jimy y José Juan Almela (que ejercía en Zafiro -madre de Chapa- como adjunto a la dirección artística) compusieron arreglos de violín para el tema
Desde que Somos Dos.
El ingeniero Antonio Morales se encargó de que todo sonara lo mejor posible bajo la dirección de Vicente Romero, que ejerció como productor. Y, para la carpeta del LP, se eligió a Máximo Moreno Hurtado, fotógrafo y pintor, hermano de Benito Moreno (también pintor además de cantautor) y de Josele (José Moreno), el conocido humorista que formó parte del grupo
Los Payos, donde coincidió con Eduardo Rodríguez, que militaba a la vez en
Triana. Y precisamente
El Patio, la primera emblemática obra de estos últimos y de la que hablamos al principio del texto, también cuenta con el arte de Máximo Moreno en su carpeta... el mundo es un pañuelo.
La autoría de los temas figura como Rojas-Rosó, segundos apellidos de Randy y José Rafa respectivamente, aunque el mismo Randy López, de nuevo en
Los Hijos del Rock, reconoce que el grupo al completo daba la forma final a las composiciones.
Las críticas a este trabajo son todas positivas y se considera como una de las grandes obras de la progresía en España. Aunque
Mezquita hubiera desaparecido tras la grabación, el grupo ya habría escrito una página imborrable en la historia musical.
Fuera de nuestro país, en sitios como Japón y Estados Unidos, también se tiene en muy alta estima
Recuerdos de mi Tierra; como prueba, los precios desorbitados del disco en el entorno de los coleccionistas.
La aparición de este LP vino acompañada del habitual en aquella época
single de dos temas. Salió a la venta el mismo día que su hermano mayor y no contenía material nuevo,
Desde que Somos Dos como cara A y
Ara Buza como B. También replicaba en menor tamaño la portada del disco grande.
Siete meses después, el 21 de abril de 1980, se publicó un
nuevo 45. Y (opinión particular), si queremos explicar a un extraterrestre por qué
Mezquita fueron grandes, bastaría con hacerle escuchar este disco. Palabras textuales del Mariscal Romero en su
Historia de una Etiqueta: "...una linda descarga de poesía andaluza para el tema A. En la otra cara rock urbano andaluz...".
Recuerdos de mi Tierra es esa cara A y
El Bizco de los Patios la B. Recordemos que se trata de un personaje real que pululaba por la zona de ensayo del grupo, y Randy, en
Los Hijos del Rock, lo describe como el hermano de un músico amigo que "lo mismo te robaba el reloj que te regalaba veinte mil duros".
En 2007 el disco se reeditó en forma de CD gracias al trabajo de la valenciana Picar, S. L.
La portada original (aunque con menos calidad, ya que parece tratarse de una digitalización y reimpresión de la del LP) envuelve un disco con excelente sonido. Sólo el poco cuidado puesto en la impresión del mismo CD hace desmerecer un poco este relanzamiento, como podéis comprobar en la imagen adjunta.
Seguimos. Habían empezado los años 80 del siglo XX. Nefasta década para la música más, digamos, marginal, que intentaba con mucho esfuerzo mantenerse firme mientras era aplastada por capas de laca, tinte para el pelo, soniquetes sintetizados y escasos conocimientos musicales.
Una anécdota al respecto. Pedro Gené, líder de
Lone Star contaba en una ocasión cómo asistió, por curiosidad, a un concierto de un grupo que no citaremos, pero que fue uno de los abanderados de la llamada "movida madrileña" y de la nueva ola, y cuyos miembros todavía a día de hoy siguen encima del escenario. Según comenta, esta conocida banda ofreció el concierto completo con las guitarras desafinadas. Lo dejaremos ahí.
La idea es que la década de los 80 supuso una revolución (si se puede llamar así) en el arte (si también se puede llamar así) en general. Centrándonos en el apartado musical, el auge de la electrónica trajo consigo nuevas posibilidades en imagen y sonido que los músicos de verdad intentaron con mejor o peor fortuna integrar en sus creaciones, mientras que los aprendices, aspirantes o remedos de músicos tomaron como base de su obra y sustituto de los conocimientos musicales.
Los ritmos simples y pegadizos, los excesivos maquillajes, peinados y vestimentas, las letras vacías, etc. eran fácilmente vendibles, y las discográficas comenzaron a potenciar lo que más dinero daba, al fin y al cabo son empresas.
Aunque no sólo de música de plástico vivía el hombre en esa época. Por supuesto que los artistas de siempre seguían en la brecha, pero influidos en parte por el boom tecnológico que se estaba viviendo y en parte por la evolución natural y las nuevas modas. Por poner un ejemplo, lo que en los 70 era rock progresivo duro, de piezas largas y sonido fuerte con guitarras distorsionadas y baterías contundentes (el estilo de
Deep Purple o
Led Zeppelin), fue derivando hacia el heavy metal, donde se sacrificaron las composiciones complicadas en aras de temas más fácilmente digeribles, de menor duración y potenciando aún más la distorsión y la contundencia (aspectos que, por cierto, se perdían entre reverberaciones y efectos de sonido a los que eran tan aficionados los productores por aquel entonces, que también se dejaron deslumbrar por la nueva tecnología).
Todo esto viene a cuento para entender lo que podríamos llamar el principio del fin de
Mezquita a partir de su segundo disco grande, situación que vivieron muchos grupos con diez o quince años de existencia en ese periodo.
Y no es que su segundo disco les llevara al olvido, sino que, por esos días, muchos músicos y grupos que habían iniciado años atrás su andadura por el camino del rock comenzaron a ver más espaldas que caras en las discográficas. Unos consiguieron superar el bache y otros, sin abandonar el mundo de la música, buscaron actividades más lucrativas. Lucrativas para comer todos los días, no para hacerse ricos.
Y, con este panorama a la vista, el 4 de mayo de 1981, según se refleja en
Historia de una Etiqueta,
Mezquita publica lo que fue hasta su separación el último LP:
Califas del Rock.
Vicente Romero relata en su obra que, una vez terminada la producción del
Larga Vida al Rock 'n' Roll de
Barón Rojo, se inició la grabación del disco de
Mezquita en los estudios Scorpio, propiedad de Luis Cobos, quien colaboró con ellos incluyendo su saxo en
Así Soy Yo y
Resaca del Amanecer además de ayudar también con los teclados.
El disco mantiene la calidad del primer trabajo, pero no así el estilo de los temas, que deviene en más convencional y "vendible" de acuerdo a los nuevos cánones, pero manteniendo viva la característica mezcla de rock fuerte y matices arábigo-andaluces. Ese giro y la falta de promoción, más volcada en materiales "de moda", hicieron que este segundo trabajo no alcanzara la difusión del primero.
Por otro lado,
Recuerdos de mi Tierra era un listón muy difícil de rebasar, además de que el mismo Randy López reconoce que el grupo se equivocó en el enfoque de la nueva obra.
No puedo evitar aquí volver a introducir una opinión personal para defender
Califas del Rock. Los tiempos cambian, y dos años entre finales de los 70 y principios de los 80 suponían mucho tiempo.
Por todo lo visto en estos últimos párrafos, un segundo disco en la línea del primero posiblemente tampoco habría tenido una aceptación masiva al estar su estilo incluso más lejos de las "preferencias musicales" (así, entre comillas) del consumidor medio, que no se decanta por una corriente en particular, sino por lo que suena en la radio y puede tararear.
Una vida más larga y un tercer álbum, del que se llegó a grabar una maqueta ahora perdida, probablemente habrían dejado las cosas claras, pero las modas, y por tanto los intereses de las discográficas, habían cambiado. Como antes hemos visto, por un lado, las ventas de rock estaban copadas por el heavy de grupos como
Obús o
Barón Rojo y, por otro, la "modernidad", se convirtió en lo más apreciado por las casas de discos. Dinero fácil. Randy López nos comenta, en
Los Hijos del Rock que "fue en aquella época cuando llegaron los modernos a Madrid y se cargaron todo lo que con mucho trabajo habíamos conseguido los rockeros".
De todas formas, y sigue siendo opinión personal, los dos discos de
Mezquita dan una idea de lo amplio de sus ideas y capacidad musicales. Para mí,
Califas del Rock no traiciona las propuestas iniciadas con
Recuerdos de mi Tierra, sólo las amplía.
Randy López, de nuevo en la entrevista de
La Caja de Música, reconoce que esa adaptación o evolución que les hizo ensayar en
Califas un estilo más actual, les habría llevado, con el tiempo, a añadir a su base inamovible andaluza sonidos house o chill (tengamos en cuenta que la entrevista data de 2004).
Pero ni soy músico ni entiendo de música, y algunas
críticas feroces me dejan sin argumentos para rebatir, por tanto, dejaremos el debate en suspenso y continuaremos con este segundo disco, del que tampoco faltaron los consabidos singles. El 4 de mayo de 1981 apareció el primero con
Así soy Yo y
Mente de mi Subconsciente. La imagen de la portada, la misma del LP. El segundo vio la luz el 9 de noviembre de 1981 y se componía de
Resaca del amanecer y, nuevamente,
Así soy Yo. La foto que aparecía en la carpeta interior del disco grande pasó al exterior en su hermano menor.
No hubo más temas nuevos publicados, pero las famosas recopilaciones periódicas de Chapa también contaron con música de
Mezquita. Concretamente el volumen III de
Rockopilación contenía
Recuerdos de mi Tierra,
Dos Años del Sonido Chapa, Desde que somos dos y, en
Historia de una Etiqueta, figuraba
Cara y Cruz.
Poco después de ese segundo disco, y tras quince años de trabajo en conjunto, los cuatro músicos deciden dejarlo temporalmente para explorar nuevos caminos (palabras de Randy López).